Cuando aparecen manchas inesperadas o sentimos dolor en alguna parte del cuerpo probablemente nos encontremos en una condición donde el sistema inmunológico ataca el intestino, causando inflamación crónica. Esto puede resultar en síntomas como dolor abdominal, diarrea y pérdida de peso, afectando la calidad de vida de las personas.

En un intestino sano, hay capas protectoras:
Una capa de moco que actúa como una barrera inicial.

Una capa epitelial, formada por células unidas que evitan la entrada de bacterias nocivas.

Además, hay células especiales, como las células T reguladoras, que producen sustancias calmantes para mantener el sistema inmunológico en equilibrio, asegurando que no reaccione de manera excesiva a las bacterias normales del intestino.

En la EII, estas capas protectoras están comprometidas:
La capa de moco puede estar reducida o dañada.

La capa epitelial tiene brechas, permitiendo que las bacterias penetren en las capas más profundas.

Esto activa el sistema inmunológico, pero en la EII, la respuesta es desproporcionada. Las células inmunológicas, especialmente las células T efectoras, producen sustancias proinflamatorias que perpetúan un ciclo de inflamación, dañando los tejidos intestinales.

Imagina el sistema inmunológico como un ejército:
En un estado normal, el ejército está en sus cuarteles y solo actúa cuando hay una amenaza real.

En la EII, es como si el ejército siempre estuviera en combate, atacando incluso sin enemigo, causando daño a los tejidos del cuerpo, como si dañara a los civiles.

Entender estos cambios es crucial para desarrollar tratamientos que puedan calmar el sistema inmunológico o reparar las capas protectoras. Aunque la investigación avanza, aún hay mucho por descubrir, y los tratamientos actuales, como medicamentos antiinflamatorios, buscan controlar los síntomas, pero no siempre curan la causa.